Betty Elles y sus ángeles de 4 patas

Donde comen tres comen cuatro, y donde comen cuatro comen trece, así es la vida de una turbaqueña que reside en Cartagena y tiene un corazón enorme para su gran Pet Family.

Por: Alexander Peña Bernal

Cartagena 6:30 p.m. salgo de la Universidad del Sinú y llamo a Betty para concretar una cita y conocer su historia, le digo que si puedo pasar a su casa y ella responde: “A esa hora comen los niños de 4 patas, pásate mejor a las 8:30 p.m. por fa”, nada que hacer toca esperar que los niños cenen.

Llegaba al barrio Almirante Colón y veía una comunidad muy tradicional que me traía recuerdos de cuando en Bogotá rompíamos el frío de la ciudad con el cálido compartir entre vecinos, eso que ya no se ve tanto en la capital lo estaba viendo pasar calle a calle de este barrio de Cartagena.

Llamé a la puerta y me recibió Nany, una mujer de una calidad energía a quien Betty le ha confiado el cuidado de su hogar, una compañera fundamental para mantener al día la casa y atender las necesidades de todos los integrantes de la familia. Paso la puerta y escucho una voz al fondo que dice “Sigue Alex, bienvenido”, era Betty quien con una mirada alegra y una increíble energía me daba la bienvenida a su hogar. Lo primero que veo al fondo de la casa es un letrero que dice: “En esta casa amamos los animales, si usted no lo comparte por favor que su visita sea breve” y desde ahí supe que estaba en el lugar indicado.

Hablamos como si fuéramos amigos de tiempo tras y poco a poco fui conociendo quién es Betty Elles. Les puedo compartir que es una turbaqueña, dicharachera y amante de los seres que no tiene voz, esos seres de cuatro patas a quienes ella llama “ángeles”. Es curioso que los llame ángeles, por que tal vez si se presentasen en esa forma no habría tanta indiferencia hacia ellos, y todo el mundo se llevaría uno para su casa. Qué lástima que sólo los que les dan una segunda oportunidad son los únicos que de verdad descubren esa figura milagrosa que toca el corazón y le cambia a uno la vida.

Descubrí que a esta madre costeña le encanta todo lo que tenga que ver con el crecimiento interior. Lee a Louise Hay, Mabel Katz, Wayne Dyer, entre otros. Esta lectura ha llenado de riqueza su vida y la han hecho una mujer fuerte. Estos conocimientos que ella extrae de los libros la hacen incluso una influencer de alto calibre en Instagram: @lamamadelayise tiene 24.300 seguidores con los que comparte frases y consejos para el crecimiento personal.

Pero como así que “lamamadelayise” … bueno, es hora de hablar de esta increíble Pet Family. Betty Elles conoce a Alfredo León López, su esposo, porque como dice el dicho “Al que le van a dar le guardan”. El llega de Barrancabermeja, Santander a trabajar en Ecopetrol y en ese traslado a la ciudad amurallada el destino los unió. Empezaron siendo amigos, luego novios y empiezan a convivir cada uno ya tenía un hijo (Samael Arnedo Elles y Nicolay León Rueda). Después de 4 años de estar viviendo juntos llego Gisselle León Elles o “La Yise” como la conocen en redes sociales donde tiene más de 130.000 seguidores.

Ahora la más extensa parte de la familia: los animales de compañía. Tobi Andrés es el primer y único perrito que compró. La historia es que la Yise quería un loro y se dirigieron a su médico veterinario de confianza, el Dr. Héctor Negrete de Canilandia. Cuando llegaron ahí estaba Tobi Andrés, lo vieron tan asustado e indefenso que inmediatamente todos cambiaron de parecer. Se llevaron a Tobi Andrés y allí comenzó todo.

Poco a poco llegaron los ángeles de cuatro patas a su hogar. Albino José llegó y se enamoró de Samael su hijo.

Peludito es el integrante de la familia que tiene una personalidad extraña, no se junta con todos, no le gusta que lo molesten. Antes de llegar al hogar de Betty, él se paraba frente a la casa para mirar y detallar a Betty. Un día lo siguieron y se dieron cuenta que la familia que lo tenía lo había abandonado. ¿Adivinen quien lo adoptó?

Después llego Sofi, la encontraron deambulando en el centro histórico, la llevaron a su veterinaria de confianza, descubrieron que estaba llena de pulgas y garrapatas. Luego de dejarla en la mejor condición la iban a dar en adopción, pero Alfredo, su esposo, se enamoró de ella y ahora son “uña y mugre”.

Finalmente está Tobías, quien es es hijo de Tobi, ya que monto una perrita que había en el barrio. Él ama a “Yise”. Como pueden ver cada angelito de 4 patos tiene una historia y tiene una anécdota.

“Siento que el trabajo que hago por los menos afortunados no es nada en comparación con lo que veo que otros hacen, siento que es una gótica en un océano grande.”

Betty mantiene en la entrada de su casa una taza de agua fresca que cambia y lava constantemente. Y fui testigo de las “olladas de comida” que hace en la noche, unos muslos de pollo que me hicieron aguar la boca, bien cocidos en agua, que ella pone hacia las 8:30 p.m. en la puerta de la casa.

“Yo digo que este es mi diezmo. Se me incrementan las cuentas en las veterinarias donde me ayudan, porque no es fácil que la gente te dé, yo no pido, yo lo hago de mis propios recursos”

Hay una historia que marcó mucho la vida de Betty, se trata de Bella, una perrita que conocí recién se mude al barrio donde vive actualmente. Elles la encontró cuando la perrita estaba en calor, la rescató, la mandó esterilizar y se la regaló a un amigo que vive en Barranca Nueva. “Pero Bella no se amañó allá y se la trajeron nuevamente. Yo me di cuenta de que a la perra realmente lo que le gustaba era la libertad, no estar en casa” comenta Betty. Entonces se fue hasta el Colegio INEM y allí le dijeron que la cuidarían, que todos la querían.

Ella volvía regularmente a la casa y toda la familia explotaba de alegría “llego Bella, llego Bella” decían cada vez que la perrita los visitaba. En ocasiones la bañaban, consentían y alimentaban, lo que esta alma aventurera permitiera. Se quedaba a dormir en la sala y los demás animales de la casa la querían mucho. Cuando Bella se tenía que ir simplemente se paraba en la puerta y ladraba hasta que le abrían. Se demoraba entre uno y tres días y volvía a visitarlos.

Un día la familia empezó a extrañar la llegada de Bella, así que Betty se dispuso a buscarla. El hallazgo desgarró el corazón de Betty, la encontraron muerta en el monte del Colegio INEM. Esta bondadosa turbaqueña estallada en llanto recuerda la anécdota y enfatiza que “ella murió en esa libertad que amaba”. No se sabe a ciencia cierta que le paso a Bella, si la envenenaron o si fue atacada por una culebra. Eso marcó mucho a la familia, ellos se sintieron culpables, pero también reconocen que los animales que aman la libertar mueren en vida cuando se les encierra en una casa.

Betty ve en la ciudad donde vive y el país mucha indiferencia ante el dolor de los animales de compañía. Cree que la falta de educación en términos de bienestar animal es una problemática que se debe atacar con más ahínco: “yo salgo y a veces quisiera no levantar la cabeza para ver tantas cosas tristes, tanto animal sediento, hambriento y maltratado. Y eso que hay muchas personas que ayudan más de lo que yo siento que hago”.

Ya se va acabando el tiempo que tengo para conocer de Betty Elles, y me siento orgulloso de haber conocido esta historia. Vamos hablando de la vida y “echando chisme” para ir cerrando nuestra conversación, y simultáneamente ella prepara un “coctel” de defensas para sus hijos de 4 patas, la veo diluir varios productos homeopáticos veterinarios en el pocillo que cada peludito tiene asignado, mientras me va contando para que sirve cada producto.

El mensaje que quiere dejar Betty Elles

“A las Pet Family les quiero decir que si van a adoptar lo hagan cuando todos estén comprometidos. Ya que un ángel de 4 patas es un integrante más de la casa, con la diferencia de que son niños eternos. Si tu les das amor ellos van a estar bien. Estos angelitos llegan a darte amor, déjense amar de ellos, a estos seres no les interesa si tienes plata. Ellos son felices con el amor que tú les des.

Cuando alguien me dice es que tengo que regalar mi perro porque a donde me voy a mudar no cabe, me da una tristeza enorme. Uno tiene que buscar el lugar para que quepan los hijos y los animales. Ellos mientras estén contigo no necesitan mucho espacio, con amor y un poco de tiempo diario basta.

Cuando tu abandonas o regalas un animal, el sufre… eso es matarlos en vida, algunos no lo aguantan.”

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